“Las iniciativas en el ámbito
local, que gracias a su capilaridad
y proximidad podrán ayudar a
mejorar la resiliencia y la
motivación de estas personas,
serán instrumentos claves
de la política industrial”
Es evidente que los avances combinados en sensórica, robotización e inteligencia artificial generan un reto singular en la configuración del empleo en la industria, y que en las próximas décadas algunas de las tareas hasta ahora desarrolladas por los seres humanos pasarán a ser desarrolladas por máquinas.
Este fenómeno, que todavía tiene un impacto limitado, se irá extendiendo a lo largo de la próxima década. Estudios como el desarrollado por PwC a partir del análisis del mercado laboral de 27 países, apunta que los sectores que potencialmente se verán más afectados por la automatización serán el transporte y la logística y la industria, que podrían perder en el año 2030, respectivamente, el 52% y el 45% de los puestos de trabajo actuales.
Para cualquier entidad preocupada del mantenimiento del empleo, y la formación vinculada a la reinserción laboral de las personas que irán perdiendo su empleo en la próxima década, surge un reto formidable.
Porque una parte del empleo que se mantendrá se caracterizará por su nivel bajo de salarios y su precariedad. Tristemente, una parte del empleo que se mantenga será aquel en el que sea más barato contratar una persona tan poco cualificada y con un coste tan bajo, que no compense desarrollar un robot que realice sus funciones…
En el otro extremo, surgirán ocupaciones que requerirán niveles de cualificación muy elevados, asociados a tareas de diseño o supervisión y mejora de los procesos industriales a alto nivel.
Muchos profesionales se verán sometidos a esta disyuntiva, bajar o subir por una escalera en la que los peldaños centrales se irán llenando de robots, y solo quedarán los peldaños más bajos, o los más altos.
Esa polarización ahondará el fenómeno de la nueva desigualdad que se ha instalado en las sociedades desarrolladas, y las instituciones deberán establecer mecanismos de solidaridad para evitar una mayor ruptura. El debate sobre estos mecanismos (como la renta de garantía de ingresos, por ejemplo) que permitan escapar a las personas con perfiles menos adaptados del laberinto de la precariedad de los últimos escalones, será central en las próximas décadas.
El otro debate, no menos importante, será cómo ayudamos al mayor número posible de personas a subir por la escalera. Sin duda los medios de reciclaje y formación permanente serán claves necesarias de solución, aunque no serán suficientes.
Las iniciativas en el ámbito local, que gracias a su capilaridad y proximidad podrán ayudar a mejorar la resiliencia y la motivación de estas personas, serán instrumentos claves de la política industrial. Iniciativas como el Programa de Ocupación en la Industria Local, marcan el norte y nos permiten ir aprendiendo y entendiendo qué herramientas funcionan, y cuáles no.
Será una de las asignaturas claves de la próxima década. No podemos olvidar que el fin de la economía es el bienestar y la prosperidad de la sociedad, y no al revés…
Guillermo Dorronsoro
Degà de la Deusto Business School
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