Historia de la Casa de la Caridad
Orígenes
A lo largo de los tiempos han existido diferentes iniciativas para la atención de los desamparados y a las personas con riesgo de exclusión social. Los mecanismos que se han articulado han ido variante según las circunstancias de cada periodo histórico. De este modo, previo al establecimiento de la Casa de Caridad el 1803, existieron otras iniciativas de origen diverso que promovieron la asistencia a las necesidades de diferentes grupos sociales.
#Adentrar en la historia de la Casa de Caridad es hacerlo también en los últimos setecientos años de la historia de Barcelona.
Antecedentes de la Casa de Caridad
Explicar la evolución del edificio de la Casa de Caridad es narrar la correlación entre los diferentes espacios que han existido y los usos que se le han otorgado. La actual isla urbana que ocupa en el presente la edificación entre las calles de Valldonzella, Montalegre, de Àngels, Peu de la Creu y Joaquim Costa, no es la misma superficie que ha tenido a lo largo de los siglos. Hay que tener en cuenta que las primeras noticias directas de este espacio urbano se remontan en la segunda mitad del siglo XIV. Una simple enumeración de estos usos puede dar cuenta de la complejidad que ha vivido este espacio a lo largo de los años: monasterio, residencia, seminario, cuartel, residencia, seminario, hospicio, casa de caridad y, finalmente instituciones públicas de carácter social y cultural.
Monasterio de Santa Maria de Montalegre (1362-1593)
Hacia el 1362, una comunidad de monjas de la orden de San Agustín se instalaron en el barrio del Raval de Barcelona, muy cerca del monasterio cisterciense de Nazaret. Entonces, el barrio del Raval quedaba fuera de murallas todo y las últimas edificaciones que se habían hecho. Las monjas provenían de un convento a Tiana desde el 1250. Muy pocos años después de su llegada en la ciudad de Barcelona el crecimiento de la ciudad llevó a la construcción de la muralla al barrio del Arrabal con un perímetro de seis kilómetros. De este modo, el convento pasó a estar muy cerca del portal de los talleres desde donde los comerciantes y artesanos entraban sus mercancías.
No hay ningún indicio sólido que lleve a pensar que este primer convento de las monjas agustinas fuera de unas dimensiones muy considerables. La disposición de los espacios era el habitual en una comunidad religiosa y, lógicamente, disponía de una iglesia propia dedicada a Santa Maria de Montalegre. Como que no era una comunidad demasiado numerosa, con un claustro modesto, unas celdas y algún espacio pequeño más, cumplían todas sus necesidades.
El 1593 el papa Clemente VIII decretó la extinción definitiva del convento de Santa Maria de Montalegre de Barcelona y ordenó que todos los bienes de este convento se dedicaran a la creación de un seminario en la ciudad condal.
Después de diferentes gestiones, y atenciones para las dos monjas y su porvenir, el día 20 de noviembre de 1593, con acto solemne y en presencia del obispo, se tomó posesión del inmueble para la creación del futuro seminario conciliar de Barcelona.
El seminario conciliar de Barcelona (1598-1767)
Desde el 1593 y hasta el 1598 se ejecutaron diferentes obras de distribución de los espacios en el interior del antiguo convento de Santa Maria de Montalegre. Finalmente, el 13 de septiembre de 1598 se inauguró solemnemente el nuevo seminario de Barcelona que disponía de más de cuarenta mil metros cuadrados.
Todo y las dimensiones del nuevo inmueble, en realidad enseguida aconteció insuficiente. Apenas hubo lugar para la residencia de los seminaristas y poco más. Tampoco facilitó las cosas que algunas de las monjas capuchinas que tenían que trasladar al nuevo convento que se tenía que construir en Barcelona, residieran al seminario a pesar de tener la autorización del obispo.
En este primer periodo, ante las circunstancias de espacios, los seminaristas asistían en las aulas del Estudi General. Allá cursaban los estudios introductorios de filosofía y teología. Esta práctica se vio notablemente favorecida porque ambas instituciones eran muy próximas en el espacio la una de la otra.
Plano de los distritos de Barcelona. Sistema Acklin, c.1855. Autoría: Sala Editor. Instituto Cartográfico de Cataluña. Fondo: Colección de la Cartoteca. (RM.2477)
Perspectiva del Hospital de la Santa Cruz desde la Casa de Caridad. Autoría: Trabajos Aéreos Fotogramétricos, 1954. Fondo: Diputación de Barcelona (CAT AGDB R.21659)
La realidad política y social durante el siglo XVII fue con frecuencia convulsa, como posó de manifiesto la Revuelta de los Segadores el 1640.
Ante todos estos incidentes, el 1650 se cerró el seminario de Barcelona. Un año después, el edificio fue destinado a cuartel militar para alojar a las tropas francesas y los voluntarios catalanes que defendían la ciudad del asedio de las tropas de Felipe IV de Austria La Guerra de los Treinta años y la Revuelta de los Segadores llegaron a su fin el 1648 y el 1659, respectivamente. Con todo, el seminario continuó cerrado y la institución cayó al olvido. Quienes querían cursar los estudios podían seguir la tradición de asistir al Estudi General continuando el esquema de formación que había habido y, en lugar de residir al seminario, a partir de entonces tendrían el alojamiento en parroquias o casas de particulares.
El cambio de siglo comportó la instauración de una nueva dinastía, la borbónica, encabezada por Felipe V, que ordenó clausurar el 15 de septiembre de 1714 todos los centros de educación superior de Cataluña y fundirlos en un de nuevo a Cervera. Así fue como Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona y Vic dejaron de tener estudios generales o universidades. En parte, esto era un hecho colateral porque el seminario de la ciudad condal continuaba cerrado. Entre 1715 y 1723, el edificio fue ocupado por los padres capuchinos. Tuvieron que esperar más de diez años encara hasta que el 1735 se inauguró, nuevamente, el seminario conciliar de Barcelona.
Sufragado por Felipe de Aguado y Requejo, obispo de Barcelona de 1734 a 1737, se restauró el edificio existente, se crearon cátedras para suplir la ausencia de la Universidad y se procuraron diferentes iniciativas para mejorar las rentas existentes las cuales tenían que garantizar una mejor subsistencia.
Las disposiciones de Carlos III afectaron el seminario. La expulsión de los Jesuitas el 1767 de todos los territorios de la monarquía española, motivaría nuevos acontecimientos que comportarían el traslado del seminario y la creación de una nueva institución de asistencia a los desamparados.
Real Hospicio y Refugio (1775-1804)
El 26 de agosto de 1772, Bernardo O’Connor Phaly y Stakes, comandando general del ejército y de la provincia de Cataluña notificó a los vecinos y habitantes de Barcelona ciudad y de las poblaciones de su diócesis que, por orden del Consejo Supremo, se creaba una junta para erigir un nuevo hospicio. Tendría como principal objetivo reunir a todos los pedigüeños de la ciudad y diócesis.
A lo largo de los siguientes meses, las medidas de las autoridades civiles y militares eran retirar de la vía pública todos los pedigüeños a los cuales se consideraba que enturbiaban la orden social establecido. La idea era evitar que vagabundos y ociosos ocuparan el espacio público y, por este motivo, se emprendieron medidas para identificar los pobres de solemnidad los cuales fueron acogidos y, también, a los que estaban realmente impedidos físicamente. Además de todos estos puntos, tal como era costumbre en la época, también se quería devolver a los respectivos lugares de origen a los pobres y vagabundos que no eran naturales de la provincia catalana. Pasados ocho días de acá que la publicación del último edicto, a todos los pedigüeños que se pillaran pidiendo limosna a la vía pública y fueran considerados aptas para el trabajo serían castigados a trabajos forzados de acuerdo con el que establecían las normas vigentes en aquella época.
A pesar de que a finales de 1775 se podía dar por inaugurado la Real Casa Hospicio y Refugio, existían diferentes problemas internos. Se había ordenado desde las altas instancias que la Casa de Misericordia existente en Barcelona desde el siglo XVI pasara a ser gobernada por esta Junta que unía ambas instituciones. Las reticencias de la Junta de la Casa de Misericordia se dejaron sentir notablemente. El contexto era de creciente presión social motivada por la convocatoria de quintas y, sobre todo, las revueltas de 1773. Finalmente, se optó por la consolidación del proyecto unitario en la asistencia a pobres y desamparados. El 1775 se arrecia la decisión de la unión de ambos centros y tres años después la unión a todos los efectos.
Libro de entradas al Real Hospicio y Refugio, 1780-1803. Fondo: Casa Caridad. (CAT AGDB #CC-29)
Para cumplir la misión encomendada, la organización del espacio se repartió mayormente entre los inmuebles de Casa Misericordia, los cuales acogerían a las mujeres y niñas y, los hombres ocuparían los nuevos espacios que disponían desde 1771 al antiguo seminario barcelonés. Este último inmueble había sido cedido por el obispo Clemente, en acuerdo a las reales disposiciones surgidas de la expulsión de la orden de los Jesuitas.
El estallido de la Revolución Francesa el 1789 sacudió Europa y las guerras desencadenadas durante los años siguientes tuvieron efectos negativos en la economía y la sociedad catalanas de la época.
Los índices de pobreza fue tan notables que se emprendieron diferentes iniciativas como la cuestación para el mantenimiento de los pobres. A instancia del duque de Lancàster, entonces capitán general de Cataluña, se erigió una Junta de Caridad para administrar todas las necesidades de los pobres que corrían y vagarejaven por las calles de Barcelona. Esta iniciativa se pudo llevar a cabo gracias a los donativos públicos y privados de la sociedad del momento. Para atender las necesidades de la Guerra Anglo-española, la administración de la Junta de Caridad entregó a las autoridades el sobrante de 1799, el cual ascendía a casi medio millón de reales de vellón, una cifra muy importante en la época. Cuando el 1802 se dio por concluida la guerra, la Junta de Caridad se disolvió al considerar que ya no tenía lugar el motivo que lo había hecho nacer.
La Casa Provincial de Caridad (1802-1859)
A grandes rasgos, la beneficencia pública antes de la aparición de la Casa de Caridad estaba a cargo de instituciones de carácter público y también por impulso de iniciativas privadas o particulares. Si centramos la atención en las primeras encontramos algunas de las instituciones seculares de la Barcelona antigua y que, poco o mucho, han perdurado hasta nuestros días, aunque solo sea en la memoria colectiva.
El Hospital de la Santa Cruz se conoce con este nombre desde los primeros años del siglo XV, cuando se reunieron bajo un mismo techo administrativo a diferentes instituciones que había anteriormente en la ciudad de Barcelona. Actualmente, se conserva buena parte del antiguo inmueble que ocupaba. A pesar de la extensión del edificio había numerosas carencias de espacio. Con todo, existían diferentes áreas de atención en los necesitados como por ejemplo el hospital de enfermos, la atención a los expósitos de padres no conocidos, los orados, etc. A pesar de que para los leprosos, había un edificio separado que recibía el nombre de Hospital de Santo Llàtzer.
Libro de las filiaciones de hombres, estólidos y niños que han entrado en la Casa de Caridad, 1803-1804 Fondos: Casa de Caridad. (CAT AGDB #CC-30)
La Casa de Misericordia se fundó el 1583 a instancia de la autoridad eclesiástica y con la colaboración directa de la municipalidad. En el origen, la Casa de Misericordia atendía a hombres y mujeres de diferentes edades que estaban sin recursos y, también, funcionaba como asilo de pobres. Pero, desde la creación del Real Hospicio y Refugio, las atenciones de la Casa de Misericordia se centraron en las mujeres y niñas. Una de las dependencias que había era la conocida como Casa de Àngels, que acogía criaturas huérfanas de padres conocidos. Uno de los objetivos de la Casa de Misericordia era la instrucción de quienes formaban parte, con especial atención a las mujeres y niñas. Las más aplicadas eran destinadas en la Casa de las Doncellas, donde aprendían para ser criadas o por algún día poder salir del centro y ser autónomas.
Portal de la Casa de Misericordia en la calle Elisabets, en el siglo XVIII, publicado en el libro Visiones barcelonesas, 1983 vol. III. Biblioteca de Reserva de la Diputación de Barcelona y Centro de Documentación del Archivo General (CAT AGDB #M-1-229)
El Real Hospicio y Refugio llevaba poco más de dos décadas en marcha y funcionaba en coordinación con la Casa de Misericordia. El inmueble acogía los hombres y las criaturas necesitadas. También acogían a pedigüeños y vagabundos que recogían en todo el territorio. Procuraban que los internos aprendieran un oficio a fin de no caer en la pobreza o que lo ejercieran.
Había la Casa de huérfanos de Guillem Pou, fundada en la segunda mitad del siglo XIV. A los niños huérfanos se los enseñaba a leer y escribir dentro del mismo centro, pero si mostraban inclinación por el estudio se los enviaba en las escuelas públicas y, si lo preferían, se los dirigía como aprendices en algún oficio.
Muchachos y empleado de la Casa de Caridad el 1804, publicado en el libro Visiones barcelonesas, 1983 vol. III. Biblioteca de Reserva de la Diputación de Barcelona y Centro de Documentación del Archivo General (CAT AGDB #M-1-229)
Con todo, las atenciones a los necesidades se mostraban totalmente insuficientes. Por este motivo, el 27 de febrero de 1802, el capitán general de Cataluña, hizo llegar al rey Carlos IV la petición de creación de un nuevo centro asistencial por pobres, desvalidos y excluidos. A las darreries de aquel mismo año se hacía pública la aprobación de la petición. Aun así, el espacio que se le otorgaba para su acometida era la mitad del inmueble del Real Hospicio y Refugio. De este modo crecían los problemas de recursos y, sobre todo, de espacio. Durante unos años, al antiguo seminario conciliar coexistían dos instituciones. Las trabas logísticas fueron una constante entre ambos centros.
Copiador y índice de los oficios dirigidos a la Real Junta de Caridad, 1818-1822. Fondo: Casa de Caridad. (CAT AGDB #CC-VIII-773)
Dos años después, la Real Audiencia se pronunció ante las constantes tensiones existentes entre ambas instituciones. Se resolvió que el Real Hospicio se clausurara y que todos los esfuerzos se centraran en la nueva institución de la Casa de Caridad recientemente creada. Esto no significó, pero, una victoria para los que regentaban la nueva entidad. Se resolvió que ante la carencia de eficacia en la obtención de recursos, el gobierno de la Casa de Caridad se formaría por los miembros de la Junta de Caridad, encargada de la atención a los necesidades de la Guerra Anglo-española.
Plano de la planta baja de la Casa de Caridad, c.1800-1830 Fondos: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.2603)
El impulso de estos años en relación con la Casa de Caridad fue notable. Las buenas intenciones de estos primeros tiempos se traslucieron con el proyecto de construcción de un gran inmueble para instalar la institución. Se conocen muy pocos detalles de este primer proyecto de Casa Provincial de Caridad, dado que no nos han llegado la totalidad del proyecto ideado. La intención era construir un inmenso edificio que ocupara toda la antigua isla de la Casa de Caridad. La concepción de este nuevo proyecto marcó, definitivamente, cuál sería la fisonomía del edificio y el entorno. La intención era dar cabida a todas las personas necesitadas, de ambos sexos y de diferentes edades. Igualmente, había que disponer de espacio suficiente para poder ofrecer todos los servicios y recursos para atender todos los internos.
El ambicioso plan de la edificación topó con numerosos contratiempos. El principal y prolongado en el tiempo fue la migradesa de los recursos económicos que se podían destinar a la adquisición y construcción de edificios. Igualmente importante, la ocupación napoleónica de Cataluña, y especialmente de la ciudad de Barcelona, que acabó forzando el cierre temporal de la Casa de Caridad. Posteriormente, la situación no fue paso mejor. Había que adquirir las parcelas correspondientes de los propietarios para cumplir con el plan inicial. Este objetivo fue especialmente complicado porque la correlación de fincas adquiridas era irregular en el tiempo y no siempre eran contiguas.
Con cierto carácter provisional se levantaron algunos edificios complementarios o auxiliares para atender las necesidades crecientes, que evolucionaron a lo largo de los años. Los requisitos de espacio eran para instalar dormitorios, oficinas, viviendas de algunos trabajadores, diferentes clases de talleres de diferentes oficios, alguna industria, aulas de enseñanza de primeras letras y música, atención sanitaria, entre otras.
No sorprende esta progresión accidentada y lentitud de adquisición de terrenos y construcción del edificio. Entre las necesidades cotidianas, las atenciones extraordinarias por motivos de epidemias (1821, 1834, 1854), guerras, revueltas y bullangues, entre otros acontecimientos convulsos. Eran motivos por los cuales la economía de la Casa Caridad estaba siempre cerca del colapso. Parecía que después de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) la situación tenía que mejorar notablemente, pero las dinámicas económicas y políticas no fruïen de la mejora manera posible, de forma que no siempre se podía cumplir con aquello que las circunstancias requerían.
Ordenanzas de régimen y gobierno de la Real Casa de Caridad de Barcelona, 1832. Biblioteca de Reserva de la Diputación de Barcelona y Centro de Documentación del Archivo General (CAT AGDB RF-4-43)
Se necesitaban muchos recursos económicos para atender a todas las necesidades de la Casa de Caridad y, estas no se cubrían con los beneficios que se pudieran obtener de las industrias y talleres. Por este motivo, la Casa de Caridad se sirvió de concesiones públicas como por ejemplo las rifas, las carreras de bravos y las pompas fúnebres.
Boletín de la rifa del 9 de septiembre de 1844 en beneficio de la Casa de Caridad. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.4170)
Boletín de rifa a beneficio de la Casa de Caridad, 1875. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.4169)
La plaza de bravos del Turín, ubicada en el barrio de la Barceloneta, fue la primera construida en Barcelona e inaugurada el 1834. Desde el 1827 la Casa de Caridad tenía autorización legal para celebrar ocho carreras de bravos con fines benéficas y reivindicó el emplazamiento en varias ocasiones. En verano de 1835, en la plaza de toros del Turín, empezó una de las bullangues de Barcelona y se extendió por toda la ciudad. Una de las medidas de represión posterior fue el cierre temporal de los espectáculos taurinos. La plaza del Turín fue derrocada el 1946.
Plano proyecte de un borrador de un circo o plaza de bravos, 1827. Autoría: Francisco Vallès. Fondo: Catálogo Monumental del Servicio de Catalogación y Conservación de Monumentos. (CAT AGDB d000557)
Plaza de bravos del Turín, 1827. Autoría: Miguel Vilardebó y Jaume Fàbregas. Fondo: Catálogo Monumental del Servicio de Catalogación y Conservación de Monumentos. (CAT AGDB d000558)
Demostración del derecho que asiste en la Casa de Caridad para reivindicar el edificio y el solar de la plaza de bravos de Barcelona, 1878. Biblioteca de Reserva de la Diputación de Barcelona y Centro de Documentación del Archivo General (CAT AGDB R-12-193)
La concesión de pompas fúnebres fue otorgada por el Ayuntamiento de Barcelona el 1836. A partir de entonces, los catálogos de carruajes mortuorios y servicios adjuntos de ploraneres o “angelitos” acompañando el difunto dan prueba del alcance del servicio que ofrecían.
Niñas de la Casa de Caridad acompañando un entierro. Autoría: Josep Brangulí, c.1918. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R. 17788)
Coche fúnebre de la Casa de Caridad, c.1953. Autoría desconocida. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.34906)
Coche fúnebre blanco de la Casa de Caridad, c.1953. Autoría desconocida. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.34889)
Atención, formación y servicios en la Casa de Caridad
Se puede constatar que la voluntad de servicio a los sectores necesitados que se acogían en la Casa de Caridad fueron una prioridad desde el primer día. Se puede afirmar, pero que las circunstancias sociales, políticas, económicas y técnicas fueron fuertes condicionantes en el logro de todas las atenciones pretensas. A medida que los tiempos avanzaban, se aprendía con la experiencia propia y si las circunstancias lo permitían la Casa de Caridad fue perfeccionando y mejorando los miramientos.
Tu privacidad es nuestra prioridad
Para proteger tu intimidad, antes de continuar queremos asegurarnos que sabes que, tanto nosotros como nuestros colaboradores, utilizamos algunas “cookies” en la web para facilitarte el uso:
- Propias y de terceros con fines estadísticos, con las que no se recoge información de los usuarios ni se registran las direcciones IP de acceso.
- Propias y de terceros para garantizar el funcionamiento básico, como la sesión de usuario, y aspectos de personalización, como el idioma de nuestras páginas.
Guardamos la aceptación de cookies durante 30 días para mejorar la experiencia de navegación. Recuerda que puedes eliminar las cookies de tu navegador. - De terceros para mostrarte información de nuestras redes sociales, como Facebook, X, YouTube, etc. Al acceder a estos sitios web podrás decidir si aceptas o no sus políticas de privacidad y de cookies.