Historia del recinto Torribera
Orígenes de Torribera (1914-1930)
La tarea desarrollada por la Mancomunidad de Cataluña entre los años 1914 y 1923 representó un salto modernizador muy importante para la sociedad catalana. Los ámbitos de actuación fueron diversos: impulso de las infraestructuras, educación, divulgación científica, normativización de la lengua catalana, protección del patrimonio, modernización de la Administración local y de la asistencia social, entre otras.
La implicación e innovación de la Mancomunidad en relación con este último campo y, más en concreto, con el estudio y tratamiento de las dolencias mentales se materializó en la busca de un emplazamiento para instalar una clínica especializada ubicada en un entorno saludable.
A lo largo del siglo XIX se habían fundado numerosos centros, en que se atenían a estos pacientes, como por ejemplo el Instituto Manicomio de Sant Boi de Llobregat (creado el 1854 y con el cual la Diputación de Barcelona tenía un convenio de asistencia de enfermos desde 1907), el Instituto Frenopàtic de las Cortes (1863), el Instituto Mental de la Santa Cruz de Barcelona (1889) y el manicomio de Salt (1904). Este último centro era el único centro de titularidad pública y pertenecía a la Diputación.
Los orígenes de Torribera se remontan en el año 1914, cuando la Mancomunidad de Cataluña, presidida por Enric Prat de la Riba, tomó el acuerdo el 29 de marzo de instituir una Clínica de Psiquiatría y Asilo de Observación, con la voluntad de modernizar el tratamiento que recibían los pacientes mentales y cambiar la consideración desfavorable que sufrían estas personas en la sociedad.
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El proyecto inicial preveía la ubicación de la clínica en unos terrenos con una extensión 25.000 a 30.000 metros cuadrados repartidos entre la Gran Vía Diagonal de Barcelona, Sarriá y Esplugues de Llobregat, pero por motivos económicos el concurso quedó desierto y se buscó otro emplazamiento. Con este objetivo, el verano de 1916 se compró la finca Torribera por 102.000 pesetas de la época, propiedad entonces del particular Josep Gallifa y Mas, y situada en el término municipal de Santa Coloma de Gramenet, a diez kilómetros del centro de Barcelona. A pesar del crecimiento de la población local, que el 1930 era de 12.930 habitantes, Santa Coloma todavía tenía una imagen de pueblo campesino.
La finca estaba situada en la Cordillera de Marina, hecho que la resguardaba de los vientos, y tenía una extensión de setecientos metros cuadrados. Contaba con una abundante mina de agua ubicada en lo alto de la finca y un emplazamiento que proporcionaba sol la mayor parte del día, sin duda un elemento benéfico para los asilados.
La parte central de la finca databa del siglo XV y en el origen se dedicaba a la producción de cereal, vino y madera. El nombre provenía del que fue su propietario el 1556, Joan Ribera. Conocida tradicionalmente como Torre Ribera, la contracción de los nombres llevó al hecho que fuera posteriormente conocida como Torribera.
A partir de 1617, pasó a ser propiedad del monasterio de Santo Jeroni del Arrayán y, posteriormente, durante la desamortización del Trienio Liberal (1820-1823), pasó en manos privadas del comerciante Josep Inglada. Pocos años, pero, la finca fue nuevamente desposeída por el Estado, hasta que el 1835 Inglada volvió a recuperarla.
Una vez adquirida la finca, la Diputación de Barcelona convocó el 1916 un concurso de proyectos de arquitectura, al cual se presentaron seis equipos formados por: Jeroni Martorell-Francesc Folguera; Gaietà-Buigas; Puig-Giralt; Duran-Darder; Pujol-Ruiz i Rafael Masó-Josep Maria Pericas; estos últimos fueron los ganadores del concurso. El anteproyecto se metía en el estilo noucentista que enaltecía los valores de tradición, orden y claridad arquitectónica, y que respondía al concepto de ciudad jardín: dibujaba una gran avenida central desde donde se distribuirían unos veinte pabellones que se situarían ordenados en la pendiente de la montaña, siguiendo los bancales agrícolas existentes orientados a mediodía. De estos veinte edificios previstos, se preveían doce específicamente para los enfermos: seis agrupados dentro del servicio de beneficencia (tres para hombres y tres para mujeres, y que se denominaban con las letras A, B, C, D, E y F) y seis dentro del de pensionistas para personas con pocos recursos económicos (tres para hombres y tres para mujeres, y conocidos con las letras N, O, P, Q, R y #S). A la banda de levante se proyectó una plaza, donde se distribuirían los edificios de servicios, agrupados en siete pabellones más y que acogerían la cocina, la administración, la policlínica, la iglesia, el pabellón de desinfección y limpieza, la portería y la casa del director de la clínica. Finalmente, un último pabellón se destinaría a la enseñanza.
El impulso del recinto, pero, fue lenta, y en el momento de instauración de la dictadura de Primo de Rivera, el 1923, solo se habían hecho el movimiento de tierras. Las obras no se iniciaron hasta el 1927.
El Dr. Tomàs Busquet Teixidor, nacido en Mieres el 1883, e inspector facultativo de los servicios provinciales de enfermos mentales de la Diputación de Barcelona desde el año 1912, fue el encargado de desarrollar el proyecto de la Clínica Mental, junto con el arquitecto provincial Pericas.
Además de la creación de una Clínica de Psiquiatría a Santa Coloma, que tendría que funcionar como clínica de referencia, Busquet había propuesto a la Mancomunidad proyectar varios hospitales mentales ubicados a diferentes centros urbanos de la geografía catalana como complemento del de Santa Coloma. También recomendó la utilización del centro psiquiátrico de Salt, propiedad de la Mancomunidad, para acoger a los enfermos epilépticos.
El año 1926, la Diputación, presidida por Josep Maria Milà y Camps, conde de Montseny, autorizó las obras del recinto, que se pusieron en marcha a comienzos del año siguiente. Los primeros edificios proyectados que se empezaron a construir fueron la avenida central; el Pabellón T (la casa del médico director); los pabellones de beneficencia A y D, inicialmente previstos para mujeres y hombres respectivamente y proyectados por Rafael Masó, y los pabellones de pensionistas P y #S, también para mujeres y hombres respectivamente, proyectados por Josep Maria Pericas. A partir de aquel año Masó, pero, abandonó el proyecto y las obras continuaron bajo la dirección única de Pericas.
Durante la realización de las obras se presentaron varios imprevistos, como el movimiento de tierras de los caminos, hecho que implicó una modificación de los planos de la finca. Esto comportó que el arquitecto Pericas aportara nuevos planos, y solicitó a la Diputación de Barcelona un presupuesto adicional para salir adelante las obras que fue aprobado el octubre de 1930.
Inauguración de la Clínica Mental y evolución durante la Segunda República y la Guerra Civil española (1930-1939)
El 20 de octubre de 1930 se inauguró la Clínica Mental de Torribera como centro docente, asistencial y de investigación de las dolencias mentales.
Los primeros internos fueron noventa enfermos crónicos provenientes del centro psiquiátrico de Sant Boi de Llobregat con el objetivo de descongestionar este centro. Estos asilados eran considerados “enfermos de la mente de carácter pacífico” que presentaban condiciones para trabajar y fueron alojados en la antigua Masía Torribera, dependiente del Servicio de Psicópatas de la clínica. El nuevo espacio no tenía murallas ni enrejados fuertes, sino una tela metálica que cerraba el ancho espacio de la finca para ofrecer un ambiente de libertad. De estos noventa internos, sesenta trabajaban el campo y el resto se dedicaban a los servicios de limpieza, cocina y otros trabajos domésticos.
La clínica tenía capacitado para acoger unos seiscientos internos, pero las obras todavía se alargaron en el tiempo. El doctor Tomàs Busquet y Tejedor, que contaba con una larga experiencia profesional en el campo de la psiquiatría, fue nombrado director del centro.
Leyenda: A, B y C, pabellones de mujeres de la sección de Beneficencia; D, E y F, pabellones de hombres de la sección de Beneficencia; P, O, pabellones de mujeres de la sección de pensionistas; R, #S, pabellones de hombres de la sección de pensionistas; #M, N, K, chalés para enfermos pensionistas; H, portería; #G, garaje; J, pabellón central; L, pabellón de Servicios Mentales; Uno, iglesia; T, chalé del director; V, pozo y bombas elevadoras; Y, depósito de cadáveres y autopsias; Q, depósitos de agua. Proyecto del recinto de Clínica Mental en Santa Coloma de Gramenet, 1929. Autoría: Josep Maria Pericas. Fondo: Diputación de Barcelona. (CAT AGDB R.19100)
En tiempo de la Segunda República se aprobó la primera legislación sobre asistencia psiquiátrica con el decreto del 31 de julio de 1931 (que establecía los criterios de organización de los centros psiquiátricos, y de entrada y salida de los enfermos), la orden ministerial de mayo de 1932 sobre personal sanitario, y el Plan de estructuración sanitaria de Cataluña de 1935 (en el cual Busquet Teixidor participó, después de su dimisión de la Clínica Mental de Santa Coloma un año antes por motivos de salud).
Por otro lado, a mediados de 1933 se acabaron las obras de los pabellones #G (destinado a los Servicios Generales, donde había la cocina, el servicio de lavado, las oficinas y el comedor del personal médico, entre otros), H (de la portería) y del J (depósito de cadáveres y sala de autopsias). Un año después se terminaron las de los pabellones A, que funcionaba como pabellón de ingresos y para “enfermas tranquilas”, y las del D, destinado a “enfermas crónicas y agitadas”; los dos pabellones eran para mujeres y se habilitaron ciento cuarenta camas. Los hombres se alojaban en pabellones que inicialmente no estaban previstos por esta finalidad: la antigua Masía Torribera, espacio fundacional de la Clínica Mental unos años antes, y el mencionado Pabellón de los Servicios Generales, donde disponían de sesenta camas.
A finales de 1934, aprovechando el añadido de una nueva parcela, los servicios de sanidad de la Generalitat encargaron al arquitecto Joan Baptista Subirana y Subirana, miembro del GATPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) la construcción de un nuevo pabellón independiente de la Clínica, llamado Pabellón para Sucios y destinado a enfermos mentales. Subirana ya había recibido unos años antes el encargo de la Generalitat de un proyecto de organización hospitalaria comarcal de Cataluña. En el Pabellón para Sucios, el arquitecto diseñó un edificio de arquitectura tradicional mezclado con el lenguaje racionalista de la época y el uso de materiales autóctonos como la piedra y la madera en detrimento del hormigón.